Vivimos un momento de sobreexposición a tendencias. Por eso, en Aumentaty queremos explicar algunas diferencias entre tecnologías. Hemos detectado que algunos clientes y personas confunden el 360 con realidad virtual. No es lo mismo. Os explicamos por qué.
En primer lugar, cabe destacar que las confusiones son naturales. Ambos recursos tecnológicos son vistosos. Sin embargo, la principal diferencia es clara: en uno hacen falta cascos de RV y en otro no. ¿Adivináis en cuál?
Efectivamente. Es cuando se usa la tecnología de 360 (ya sea foto o vídeo) cuando no se necesitan cascos. Un vídeo en 360 es una película que se reproduce a la vez en toda la extensión del campo visual. El reproductor, eso sí, sólo muestra una ventana reducida. Se graba con una cámara esférica para registrar una imagen en ese formato. Permite al usuario desplazarse por toda la escena moviendo la cabeza en dirección a donde desee mirar (o inclinando el smartphone, arrastrando el cursor con el vídeo…).
Siendo así, ¿por qué se confunde con contenido virtual?
Existe la opción de reproducirse en los headset VR. Aunque les falta el componente principal para mejorar la inmersión: ser reproducidos en modo estereoscópico. O lo que es lo mismo: tener una de las imágenes ligeramente desplazadas para simular la separación de los ojos. También hay vídeos en 360 y VR, hay que destacarlo, pero no son tan habituales.
Cuando se habla de un video inmersivo, se está hablando de vídeos donde las imágenes pueden verse en 360. El campo de visión abarca todo el entorno alrededor de la cámara. La mejor explicación que podemos dar para entender qué son los vídeos 360 grados es plantear al usuario la siguiente situación: encontrarse encerrado dentro de una pantalla de TV o de ordenador con forma de bola donde se muestra una imagen completa en esa super pantalla.
Así, no se visualiza solo la imagen frontal si no que a través de movimientos del ratón del ordenador, el dedo sobre el móvil o las gafas de realidad virtual, se ven todas las imágenes de alrededor, pudiendo ver qué hay y qué sucede detrás nuestro, en el suelo, a los lados, etc. y vivir en primera persona qué está sucediendo en todos los ángulos al sentirnos dentro de la imagen.
Sin embargo, aunque con estos vídeos se consigue una sensación de inmersión brutal, no son realidad virtual.
La realidad virtual tiene en su nombre la clave: realidad. Esta tecnología no lleva a una sensación inmersiva: es inmersiva. Eso sí, para disfrutarla se necesitan dispositivos externos, cascos o cardboards.
Se crea un mundo virtual íntegramente con programación y se integra al usuario en él. Por eso el usuario necesita un headset.
Crean el ambiente óptimo para que nuestro cerebro perciba correctamente el engaño sensorial creado digitalmente en la pantalla ante nuestros ojos.
Con las gafas se perciben los objetos con volumen, se aprecian las distancias y puede llegar a verte dentro de la imagen. Elinconveniente de este tipo de realidades, además de tener que usar estas gafas, que siempre son una barrera para la adopción generalizada, es tener que generar los espacios virtuales y aumentados en un proceso de producción laboriosos y costoso.
Con ese escenario, la principal diferencia en cuanto a sensación de inmersión entre el vídeo 360 y la realidad virtual es que la VR incorpora 3D. Así se consigue crear la sensación de profundidad que no consiguen lograr los vídeos 360. En éstos, la única interacción posible es mover el vídeo hacia el ángulo que queremos ver, pero sin libertad de movimiento, es decir, solo se podrá mirar desde el punto donde el vídeo fue grabado, mientras que la VR permite la libertad total de movimiento.
Las diferencias son notables y muy evidentes, así que la confusión, pese a ser lógica, no tiene sentido. Son dos tecnologías diferentes y muy diferenciadas.